martes

De Cómo Venimos y Cómo Vamos a Terminar


- ¡Pablito…! Pasá, pasá querido, Micaela esta en el fondo…
La señora es alta y últimamente se está poniendo gorda. Me da un beso ruidoso en el cachete y me empuja hacia el jardín trasero.
- ¡Micaela querida!! Llegó tu amiguito… ¡¡hace el favor y bajá ya de ese árbol!!… que manía la de esta chica… bueno, se me portan bien, ¿eh?

Tan súbitamente como apareció, la mamá de Micaela se fue. No es una mala mujer pero tiene la costumbre de decir “querido/a” cada dos segundos y cocinar salchichas para el almuerzo.
Micaela está tratando de bajarse de su sauce. Esta chica tiene un problema con los árboles, no puede ver uno sin que le den ganas de trepar; una prima suya dice que va a ser una buena abogada cuando sea grande.

- Pensé que no ibas a venir…
Me encojo de hombros. Antes de quedarme en casa un sábado por la tarde, cualquier opción es buena.
- Si no venía para acá me llevaban a ver “Caperucita: el musical”.
- ¡Aghh! Te compadezco… ¿Y Esteban? ¿Es cierto que lo castigaron?

Esteban había cometido el error de jugar a los bomberos con su hermanito de cuatro años. En resumen, se armó un pequeño incendio en el lavadero, hubo gritos, agua y bañaron a la abuela con espuma del matafuego. A la hora de encontrar responsables, se culpó al pobre Esteban, que por ser el “hermano mayor” se ligó todo el castigo. Tiene un mes sin salir de casa y dos semanas sin televisión. Ni siquiera el Discovery Channel.
- Fue una injusticia. Al hermano ni lo retaron.
- Es típico. Los más chicos son los mimados…

Micaela es mi única amiga mujer. En realidad, es la única mujer, después de mi mamá, que me cae bien. No se pone vestidos con moños, no habla de reinas ni princesas, le encanta desarmar Barbies y la lucha libre. Es como un varón con trenzas.

Ella tiene suerte, no tiene hermanos ni hermanas que le compliquen la existencia. Sus papás trabajan todo el día así que ella pasa mucho tiempo sola, trepada en su árbol.

- Vos no te quejés, que nadie te debe retar por nada. En cambio a Esteban y a mí siempre nos tratan como idiotas por tener hermanos que se encargan de fastidiarnos la existencia…

- Mirá Pablo, ser hija única no garantiza que no tengas problemas. Te aburrís como una ostra y encima te encajan jueguitos de té y pinturitas hasta por las orejas, te meten en unos ridículos vestidos con florcitas y te pone zoquetes con encajes, a ver si así te pueden hacer lo suficientemente tarada y dependiente para que un día les digas que si, que serás la doctora en leyes que ellos tanto anhelaban. Luego no entienden porqué rompo las muñecas… necesito canalizar tanta presión… por suerte ahora…

- Mica, querida!! Ya les preparé la chocolatada, vení ayudame con las galletitas…

A veces no entiendo. Ser hijo menor no es lindo. Ser hijo del medio, menos. Ser hijo único tampoco. Es culpa de los papás o culpa de los hijos? Una vez mi hermana me dijo que fue bueno que yo naciera porque así mis papás iban a tener con quien proyectar sus frustraciones y no la molestarían tanto. En ese momento no entendí pero cuando mamá me llevó (mejor dicho, me arrastró) al coro de la Iglesia, supe a que se refería.
Suspiré.

Allá venía la mamá de Micaela, algo le pasaba, no era la misma, o sí pero de otra forma. Tenía algo raro.

- Che, Mica, ¿qué le pasa a tu mamá? ¿Tiene algo?
- Si, tiene un bebé.
Me miró y se rió.
- ¿Un bebé? Pero…¿cómo?- pregunté como un idiota.

Micaela me dio su mirada más sarcástica y su tonito más condescendiente.
-A ver… Primero mis papás escribieron una carta a París, a la Asociación de Cigüeñas Embarazantes, que les respondieron que en un plazo de no más de nueve meses le enviarían su pedido contrareembolso. Pero mientras, en forma de pago adelantado, mi mamá se hincharía, vomitaría y engordaría progresivamente hasta que reciban el pedido, que está de más decirlo, no tiene garantía, como tu inteligencia, PABLITO

Si no fuese porque mi mamá me dice que a las mujeres no hay que pegarles, le hubiese dado una buena patada a la pecosa con trenzas que se reía y tomaba chocolatada haciendo ruidos. Además no podía pegarle porque tenía razón, mi pregunta era estúpida. ¿Cómo se tiene un bebé? Era fácil, primero hacen falta un papá y una mamá… después…eeeeh… ¿amor?... ¿y después?

Micaela me miraba adivinando que no tenía idea. O sea, no es que NO tenía idea, una vez me hablaron de cómo se hacen los bebés pero me enredaron con tantos pescaditos y repollos. Sí, a mi me hicieron la del repollo, así de modernos son mis padres.
-¡¿ Así que vos no sabés cómo se hacen los bebés?!

Mi mamá también me dijo que las mujeres tienen un sexto sentido pero no sabía que desde tan chicas.

- Bueno, no exactamente. Tengo una vaga idea… ¿y vos sabés?
- ¡Claro! Primero le pregunté a mi papá, se puso de seis colores diferentes y luego me mandó con mi mamá.
Conducta repetida. Mi papá hizo lo mismo.
- ¿Y tu mamá que te dijo?
- Bueno, ella empezó hablándome de mis almendras…
- ¡¡¿De tus que?!!
- ¡Uff! De mis almendras, ¿acaso tampoco sabés que las mujeres tenemos almendras y que los hombres tienen nueces?!- Sacudió la cabeza escandalizada. Oh, no, pensé, otro lío de comida.
- ¿Y dónde se supone que las tenés?

Micaela se acomodó mejor en la sillita. Se tiró las trenzas para atrás y puso su carita de mamá en potencia para explicarme en detalle todo ese asunto de frutas secas.

- Mi mamá me explicó que las niñas tenemos dos almendras, por acá.- Se tocó la panza
-Ahí se forman los óvulos que son como huevitos chiquitísimos y que cuando una crece y le empieza a crecer pelos por todos lados, ese huevito sale de mis almendras…
- Ahá… ¿y a dónde se supone que va?
No quise decírselo pero no lograba imaginar un huevo saliendo de una almendra por más chiquito que sea.
- Y va a esperar… tiene que esperar a un pescadito…
Ay no, los pescados de nuevo.
- Si mi huevito se encuentra con un pescadito (que también es muy chiquito), los dos se juntan y se van a mi útero, que está por acá.
Volvió a tocarse la panza.

-Cuando llegan esta todo lleno de sangre para que empiece a crecer el bebé…
- ¿Un bebé crece en medio de sangre? Eso es un poco asqueroso ¿no crees?
- Eso es lo que dicen todos los hombres cuando se habla de sangre, por eso son tan flojos…
- ¡¡¡No es cierto!!! ¡Cuando me lastimo o me raspo y me sale sangre no me impresiono ni lloro!
- Pero que harías si todos los meses te lastimaras y te saliese sangre,¿ a ver?
-¿Todos los meses? ¿Estás loca? ¡¡Me moriría desangrado!!
-Las mujeres sangran todos los meses y no se mueren…

Sonrió con una cara de triunfo. A mi se me quemaron los papeles. Con el poco orgullo que me quedaba al darme cuenta de cuánto ignoraba, le pregunté:
-Eehh… ¿y cómo pasa eso?

Micaela finalmente tomaba venganza de todas las veces que Esteban y yo la habíamos obligado a jugar al fútbol y tirado de las trenzas.

- Ay, Pablo, lo que pasa es que cuando el óvulo (o huevito, como quieras) NO se encuentra con el pescadito, toda esa sangre que estaba aquí, - vuelve a tocarse la panza- empieza a salir por acá.

Y señaló debajo de la panza esta vez. Mucho más abajo. Ok. Ahora si que la charla se volvió incómoda. ¿Por dónde le salía la sangre? Tuve que pedirle que me lo repitiese.
-Sale por acá tonto, por donde las nenas hacemos pis…
Creo que me puse colorado.

Fueron los peores cinco minutos de toda mi corta vida. ¿Cómo le hago ahora para salir de este enredo? Tenía miedo que si seguía preguntando, la charla se tornase más y más desagradable, pero tampoco me quería quedar con la duda.

-El punto es, -dije cuando me armé de valor- que las mujeres sangran todos los meses. Eso pasa porque el huevito no se encontró con el pescadito, ¿cierto? Ahora, ¿cómo le hace el pescadito para entrar en medio de tantas cosas?

Esta vez Micaela se agarró la cabeza con las dos manos. Por la mirada que tenía me hizo sentir un nene de tres años que no entiende lo de dejar los pañales.
-Ay, Pablito…
¡Ah no! ¡Pablito no! ¡Sé que tal vez me merezco un poco de intolerancia, pero con diminutivos no!
-¡¡Micaela, te buscan!!

¡Suerte la mía! Tal vez cambiemos de tema… En menos de un minuto apareció Esteban en la puerta.

- ¿No estabas castigado vos?- pregunté.
- Si, pero mi mamá tenía visitas y mi papá estaba harto de que no le hiciese caso. Dijo que prefería levantarme el castigo por un día a tener otra úlcera.
- ¡Buenísimo!- dijo Micaela- venís como caído del cielo para explicarle a Pablo como se hacen los bebés…
- Pero si es re fácil, -dijo con cara de sabiondo - cuando mi mamá se embarazó de mi hermanito me regalaron dos videos, un libro y me llevaron a una charla con un pediatra de no sé donde. En resumen, me hartaron con eso de la reproducción…

Aclaración: la mamá de Esteban es psicóloga y su papá médico. Está clarísimo que el pobre chico tiene exceso de información, es más, es el único que puede decir “espermatozoide” y “otorrinolaringólogo” de corrido y sin equivocarse.

- Bien, ¿en donde quedamos?- arremetió Micaela- ah sí, en que Pablo no sabe como entran los pescaditos…
- Los pescaditos los tenemos nosotros, aquí en…
- …tus nueces!
- Eeeeh… testículos…y cuando nos hacemos grandes nos desarrollamos…
- … te empieza a salir pelo por todos lados!
- Vello en realidad, ya estamos listos para ser papás…
- … y mamás…
- Nosotros somos los que tenemos esos…
- … pescaditos…
- … espermatozoides que salen por…
- … donde USTEDES hacen pis…
- … y si los dejamos en la vagina de una mujer…
- … o sea por aquí…
(¡Se señaló ya saben donde!)
- … y se encuentran con un óvulo…
- … o huevito…
- … tenemos un bebé que en nueve meses va a salir por la vagina de la mamá…
- … o sea por aquí…
(Se señaló ya saben donde, ¡otra vez!)

Bien, bien, bien. Ya entendí. Así hay que crecer, llenarse de pelos, cambiar la voz y sobre todo, empezar a considerar a las chicas como seres atractivos. Cuando eso pasa, somos papás en potencia. Tenemos pescaditos (es-per-ma-to-zoi-des), ellas tienen huevitos (óvulos), nosotros tenemos nueces (testículos), ellas almendras (ovarios). Vaya… que no era tan difícil.

Esteban y Micaela me miraban expectantes, dudaban si estaba callado porque procesaba información o porque no entendí un pepino.

Por supuesto, ella tenía que preguntar.
- ¿Y Pablo? ¿Entendiste o no?
- Si… ya me quedó claro. Pero donde entra eso de la sangre…
- Uff… a ver. Ya te dije que para que un bebé pueda crecer necesita un útero lleno de sangre. Cuando no hay pescadito, no hay bebé, entonces mi huevito se desarma y toooodaaa esa sangre tiene que salir por algún lado. Así que cada mes, durante unos días, se va. Eso se llama menstruación…

Ajá! Así que es eso lo que pone a mi hermana histérica cada mes y la hace llorar con las películas y comer chocolate…

- ¿Y por cuanto tiempo? ¿Toda la vida??
- Nooo, sólo unos días cada mes desde los trece hasta los cuarenta más o menos, ¡una pavada!… después, claro, viene la menopausia…
- ¿¿¿La meno qué???
Esteban intervino.
- La menopausia. Cuando a las mujeres les deja de bajar la sangre. Mi papá dice que cuando eso pasa, las mujeres tienen “crisis”. Es que se ponen gritonas, se hinchan y les da calor a cada rato…

- Mmmmmm… ¿y los hombres tenemos crisis como esa?
- Por supuesto, -interrumpió Mica- solo que a ustedes les da por hacer ejercicios, divorciarse, corretear chicas jóvenes y pretender que tienen 20 años de nuevo…

Esteban y yo la miramos fijamente.

- … ¿qué pasa? Eso dice mi tía…y que la naturaleza es terriblemente injusta porque los hombres cuanto más viejos, más atractivos, en cambio las mujeres se ponen gordas y se les cae todo…
- Tu tía es una exagerada…- acoté.
- Realista diría yo.
- No sé, pero en algo tiene razón, la naturaleza es algo injusta ¿no? -dijo Esteban- Digo, tener que cambiar tanto… ¿No estamos bien así, niños y sin problemas?

Ahora Micaela y yo lo miramos con estupor.

-¡¿Un niño sin problemas?!- dije - ¿Acaso enloqueciste? Lo que tenemos al por mayor son problemas... si no es porque jugás demasiado, es porque no lo hacés; cuidado si tiene muchos amigos pero si es antisocial es peor; no te entienden cuando les hablás y jamás te consultan las decisiones sobre tu futuro… No sé que vitaminas te estarán dando, Esteban, pero no razonas bien.

- Pablo tiene razón, hace un rato hablábamos sobre el dilema de ser hijo, los padres no hacen más que asignarnos papeles que nunca elegimos: si sos el hermano mayor, tenés que ser responsable; si sos el del medio, hacé señales de humo para que no te ignoren, si sos el menor, tenés que cumplirle todos los sueños frustrados que tus otros hermanos no lograron; si sos hijo único, no te los sacás de encima… ¡puras exigencias!
- ¿Y que vas a hacer ahora vos que esperás un hermanito? -pregunté.
- Supongo que prepararme para que no me tomen en cuenta por unos meses, afrontar responsabilidades tales como pasearlo y enseñarle a no tocar los enchufes… Y convencer a mis padres que él/ella será en realidad el/la abogado/a de la familia…

A pesar de sus ideas aplastantes y sus conocimientos, Esteban se veía confundido. Micaela quedó sumida en una nube de premoniciones de un futuro que de definiría en cinco meses y yo me quedé pensando en todo lo que había aprendido esa tarde.

Como a las siete nos llamaron adentro. En la mesa del jardín quedaron tres vasos vacíos de chocolatada, migas y una charla bastante constructiva. Micaela rompió el silencio.

- Creo que tenías razón Pablo, mi tía es una exagerada: la naturaleza no es injusta para las mujeres, los hombres también sufren cuando crecen. Creo que para todos es complicado crecer, tengamos almendras o nueces…
Esteban asintió. Yo suspiré, ya no me sentía incómodo.

Ella tenía razón, no aprendí solamente lo compleja que es la reproducción humana sino que cuando un pescadito se encuentra con su huevito no es el final de algo, al contrario, es el comienzo de esa cosa tan confusa (y que ninguno de los tres todavía comprendía) que se llama vida.
El papá de Esteban y mi mamá llegaron a buscarnos.

- Bueno queridos, espero que se hayan divertido. Vuelvan cuando quieran y aprovechen ahora que Mica tiene tiempo, porque en unos meses seguro va estar muy ocupada.- La señora nos dio un beso y galletas.
Nosotros le guiñamos el ojo a Micaela. Esteban volvía a su confinamiento y yo, bueno, yo ahora entendía eso de las frutas secas…

…¿y el repollo?
Ah no, esa es otra historia para confundir a los niños.